Por: Katherine Londoño Posada

Turistas y visitantes del ETCR pueden comprar ropa y botas de camping.

Se observa una gran montaña tupida de árboles tropicales, se siente el paisaje sonoro de la montaña. Huele a tierra roja… a monte.

Un camino rojo se impone entre el espeso verde, mientras algunas mariposas revolotean por el mismo. Al final, en la cima de la loma muchas casas, todas hechas con superboard.

“Bienvenidos a Tierra Grata”, acentúa Jorge con entusiasmo. Él es excombatiente de las Farc y miembro del ETCR (Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación) Simón Trinidad del Cesar, toma mi mano con firmeza y me mira a los ojos.  ¡Soy bienvenida!

Llegar al ETCR es percibir que los acuerdos, aún con algunos incumplimientos y objeciones, están dando vida a las personas que conviven en el espacio; los hechos los demuestran. Ciento seis (106) excombatientes llegaron en el 2016, hoy son alrededor de doscientas sesenta personas. Veintiocho niños han nacido en Tierra Grata, hay mujeres embarazadas y en total son ochenta niños que corren por el espacio.

Las familias se reintegran y la guerra no se interpone para construir un nuevo proyecto de vida. Un proyecto que vincula un actuar diferente, sin secuestros, sin negocios ilícitos. Ahora en Tierra Grata, Pondores, Planadas, Tibú y los 24 ETCR que hay a nivel nacional se construyen a través del ecoturismo, la agricultura orgánica, tiendas comunitarias, entre muchos otros pequeños proyectos que favorecen de forma directa a todos los colombianos.

Las familias se reintegran y la guerra no se interpone para construir un nuevo proyecto de vida. Veintiocho niños han nacido en Tierra Grata, hay mujeres embarazadas y en total son ochenta niños que conforman la comunidad.

Estar en Tierra Grata es conocer la mesa étnica, la mesa de género, las manos de hombres y mujeres que dejaron de coser uniformes de guerra para coser ropa civil, es admirar algunas iguanas que fueron decomisadas por la policía ambiental y donadas al ETCR para su conservación. Es darte la oportunidad de mirar rostros que sonríen con infinidades de secuelas emocionales y físicas, sentir a veces, entre tanta, que el cerebro pierde el control de tus emociones y pensamientos. Estar ahí se convierte sin duda en la combinación de sentidos en una sola palabra: reconciliación.

Desde mi mirada sentimental no les puedo negar que sus palabras hacen eco.

“Estamos comenzado, yo estoy haciendo la primaria. Ya la guerra quedó atrás, mi fusil es la palabra”
– me comentó Alcides Ramírez excombatiente senior.

“Nosotros no estamos lamentándonos, somos productivos, la idea es: no estar con asistencialismo del Estado permanentemente, pero sí necesitamos un empujón”.
– Anónimo

“Yo era pilo en el monte, me las sabía todas, pero la ciudad es arrecho”.
– Anónimo

“Los procesos de paz se están cumpliendo gota a gota, pero eso no nos va dejar fallecer”. – Anónimo

El 15 de agosto es la fecha de finalización de los ETCR. La incertidumbre aflora, pero puedo afirmarles que en Tierra Grata crucé con ojos convencidos de no volver a la guerra.

¿Se han preguntado ustedes en casa, a dónde estamos llevando este país que más que anuncios de parlamentarios, es el diario vivir? Sueño con los ojos abiertos una Colombia más compasiva, en la que estas realidades sean los proyectos más importantes de nuestros dirigentes pero, sobre todo, de la gente como yo que en una sola acción puede aportar a las vidas de quienes han tenido menos oportunidades.

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